Enfrentarse a un teatro tan histórico como el Arriaga de Bilbao, tiene que ser imponente para todo artista que se suba a sus tablas, pero si además los que se suben son un puñado de rockeros seguro que la impresión es mucho mayor.
La verdad es que acostumbrarse al silencio del teatro me costó hasta a mi, pues los momentos entre canción y canción donde se escuchaban los movimientos de los músicos en el escenario y el sonido tan limpio en las canciones al principio me resultaron un poco incomodos.
Pero superados estos momentos iniciales, luego me pude dedicar a disfrutar del concierto, de la buena música y de detalles que en otros "bolos" no pude ni ver, son las ventajas de estar en lo alto de un teatro, tan alto que llegué al "paraiso". Es curioso obrservar a Cesar Pop tocar los teclados viendole las manos, o fijarse en los juegos de luces que se crean sobre el suelo del escenario...
Lo que me queda de nuevo muy claro es que estamos ante un "monstruo" del escenario como Leiva, capaz de subirte al cielo o bajarte a los infiernos con cada canción, es un grande que se crece en sus directos.
Y que decir de su banda, esa panda de melenudos que se van de fiesta hasta las siete de la mañana el dia anterior, y al día siguiente siguen sonando como verdaderos Reyes del Rock, son gente con experiencia en los escenarios y con un arte que muy pocas bandas tienen en la actualidad, para ser exactos creo que solo estan a su altura los Fitipaldis y M Clan.
Aunque reconozco que disfruto mas los conciertos en una sala con mi cerveza en la mano y la gente saltando, del concierto del domingo me quedo con dos momentos, el Vis a Vis sólo de Leiva y su guitarra con un silencio sepulcral entre el público y el Lady Madrid con el Arriaga en píe.
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