Siempre es un placer volver a Galileo, una sala de Madrid que parece sacada de mis sueños, una sala funcional, preciosa y con muchísima historia, un verdadero lujo.
Pero si además de volver a Galileo, tengo la oportunidad de disfrutar de parte de los mejores músicos de este país, el placer es máximo. Tener de nuevo delante a los músicos habituales de Sabina, cantando sus canciones, haciendo versiones de sus propios temas y mejorándolas en muchos casos es un verdadero regalo para los oídos.
De nuevo pude disfrutar de la calidad de estos músicos que han hecho de sabina mucho más que un gran escritor, por que los magníficos textos de Joaquin se convierten en grandes canciones gracias a la mano de Pancho Varona y Antonio García de Diego, consiguiendo el equipo perfecto.
Pero, que me perdonen el resto de los músicos de la noche, sobre todo volví a disfrutar del desparpajo de Pancho Varona, un poco tocado por una reciente operación, pero demostrando que es el que pone el punto canalla a las canciones, y volví a quedarme con la boca abierta ante el GRAN Antonio García de Diego, ese músico sutil, que tiene todo el gusto del mundo con una guitarra en las manos y que tiene la capacidad de ponerme la piel de gallina con cada acorde de su guitarra.
Después llegó el divertimento del momento Karaoke y me llevé para el hotel tres pequeños tesoros:
una foto con el gran Antonio, una pequeña charla con Txetxu Altube al que veré el 7 de febrero en Santander y una conversación con dos amigos en una mesa y en torno a unas cervezas, de esas en las que no arreglas el mundo......pero casi.
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